22 oct 2011

El Caballero Espejo

El blindar de las espadas, el calor del sol abrasador, el ruido de las armaduras roñosas, el óxido del acero, el sudor recorriendo la frente. Atravesaron cada punto del planeta sin parar de luchar, recorrieron desde las más altas montañas nevadas hasta sus más verdes llanuras, desde el desierto más caluroso hasta la playa más paradisiaca, y mentiría si no dijera que su batalla estuvo en algún momento bajo el agua.
Se decía que la guerra había acabado hace siglos, ya no había nadie sobre la faz de la tierra pero ellos aun seguían en su batalla, uno contra uno. Ya no se trataba de ganar la guerra, de proteger una patria, era solo por recuperar el honor de aquellos que perdieron la vida en la lucha, se había transformado en algo personal y no cabía la idea de poder ser vencido. Pero el cansancio no decía lo mismo, tantos años sujetando tu espada, esa espada que ganó tantas batallas por ti, ahora parecía pesar toneladas.

En un acto de agitación, el caballero sacó fuerzas de la nada y con un movimiento extraordinario de espada, cortó por la mitad el casco de su oponente como si siguiera la linea de horizonte. El casco cayó destrozado en el suelo árido. El caballero se sorprendió al ver como la cabeza de su oponente se regeneraba por momentos y pudo ver su verdadera cara: no era más que una reluciente cabeza ausente de rostro. La armadura del oponente fue substituida por una armadura nueva y clara dejando caer la antigua, roñosa y oxidada, al suelo haciéndose añicos.
El caballero se puso en guardia una vez más, pues sabia que la batalla aun no había acabado, pero entonces vio algo extraño en su oponente, estaba hecho de un metal reluciente, que reflejaba todo aquello que había a su alrededor, se veía completamente a sí mismo reflejado en él. Vio que su pose era igual, y recordó como su forma de blandir la espada, sus movimientos eran exactos a los de él, había estado luchando durante siglos contra sí mismo, contra el CABALLERO ESPEJO.

El caballero, desfallecido, se desplomó de rodillas en el tierra seca del lugar clavando su espada en ella para no desfallecer del todo. Había luchado en vano, tantos años, tantas víctimas inocentes, tantos esfuerzos por ganar una guerra que ni él quería participar, para acabar batiéndose en duelo contra su peor oponente, sí mismo. El caballero espejo permanecida delante de él, estático, sereno y paciente. El caballero se levantó y alzó su espada, con pasos lentos y pesados se acercó a su oponente y lo abrazó. Finalmente, con su último aliento atravesó con su espada el cuerpo del caballero espejo y el suyo propio, dando fin a sus vidas y uniendo las dos caras de la moneda. Así, oficialmente, había acabado la guerra.

10 oct 2011

El gigante de hielo

Fue entonces cuando aquél ser erguido y sereno, de tamaño comparable a los titanes, hecho de hielo y envuelto en aire gélido, de mirada fría y distante, prefirió cambiar su vida inmortal en las heladas montañas por el calor y el fuego de una muchacha que vivía en una villa en las extensas y verdes llanuras. 
 
Cual fue la tragedia que el amor del gigante de hielo no era correspondido, el gélido titan sucumbió al fuego y al calor e hizo de su cuerpo nada más que deshechos y vapor en el aire. El gigante aceptó su muerte, pues prefirió morir por un poco de calor y una chispa de fuego, que vivir eternamente rodeado de nieve, rocas y hielo.


Admiro el valor del gigante. Yo... no lo haría.